Decidiendo el mejor regalo

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No puedo decir que no me molesta el halo consumista que rodea la Navidad, el tener que ser felices porque si o ser más buenos que nunca. Pero, probablemente me equivoque al centrar la navidad en lo material y en no ver que es o puede ser mucho más que eso.

MI PEQUEÑA CRISIS

Antes de que nacieran mis hijos tuve una llamemos crisis respecto a la navidad. Imaginaba a todas esas personas que no tienen posibilidad de hacer de esta época del año algo extraordinario y me sentía mal.

Cuando nació mi primer hijo decidí que no era justo para él, ni para ninguno de los que me rodean el que estuviera desarrollando una cierta aversión a estas fechas. La cuestión es cómo te tomas las cosas, de que modo las vives y de qué color es el cristal con que las miras.

Realmente, estamos en una sociedad consumista de la que es difícil zafarse o eso parece. En la que parece difícil salir sin gastar, en la que sino regalamos algo que se pueda tocar no es un regalo.

These four walls

HACER FELICES

En casa ponemos el árbol de navidad, aunque yo proteste porque es demasiado grande (ocupa mucho) y se tarda mucho en adornarlo (a veces me pongo impaciente por acabar). Pero como la que lo compré fui yo, me tengo que comer mis protestas. Se que a ellos les hace feliz sacar las cajas de las bolas y colocarlas por toda la casa (aunque me tire de los pelos porque no me combina con el resto de la decoración).

También, ponemos el belén (en casa no somos muy religiosos, pero si estamos educando a nuestros hijos en el respeto a todas las creencias). Si ellos disfrutan poniendo los pequeños detalles y las figuritas quien soy yo para negárselo.

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MÁS SENCILLO

Si te distancias y te pones a analizar compramos demasiado de todo, antes de que se nos acabe una cosa ya hemos comprado otra. Compramos sobre lo comprado. Compramos por comprar. Compramos porque hay que comprar.

Y no digo yo que no compremos, pero quizás deberíamos comprar de manera más consciente. Porque todas esas compras inconscientes e innecesarias afectan no solo a nuestro bolsillo sino al orden de nuestra casa. Es una de las actitudes que te conté que nos desordenan la casa.

Desde hace un tiempo mi prisma hacía lo material ha cambiado bastante. En esto ha tenido mucho o todo que ver el ser consciente de lo capaces que somos de acumular cosas y de cómo esas cosas la mitad de las veces no nos aportan casi nada. E, incluso, acaban en un cajón olvidadas sin usar.

Antes no lo hacía pero ahora soy muy escrupulosa con cada cosa que entra en mi casa. Me lo pienso mucho antes de comprar nada. Poco a poco estoy terminando con esa necesidad de almacenar cosas por si acaso y de comprar sobre lo comprado.

LA LISTA CONSECUENTE

Recuerdo la cantidad de dinero trasformada en regalos que hacíamos en navidades pasadas. Una locura consumista en la que nos habíamos embarcado sin darnos cuenta en la que todos regalábamos a todos. Menos mal que aquello decidimos cortarlo y ser un poco más sensatos haciendo lo que muchos: el amigo invisible.

Esto por cosas de la crisis ,también, lo dejamos de hacer y lo centramos todo en los niños de la familia y en las madres de un lado (la mía) y del otro (la suya).

La verdad es que llega un punto en que ya no sabes ni que regalar a tu cuñada o a tu prima. Y acabas por comprar el enésimo foulard o el decimonoveno collar estiloso.

Pero, si os digo la verdad no echo para nada de menos esa cantidad de regalos en la que me faltaban manos para cogerlos. Esa cantidad de cosas que se sumaban a otras tantas iguales que ya me habían regalado con anterioridad. Cosas y más cosas.

Dicho así parece muy exagerado. Visto en la distancia lo sigue siendo.

SIENDO COHERENTES

Con este planteamiento de vida donde trato de huir del exceso y la acumulación de cosas. Debo ser consecuente con lo que pienso y coherente en lo que hago. Por eso quiero regalar más momentos y menos cosas. Quiero enseñar a mis hijos que un regalo no tiene porque poder tocarse y que no tiene que salir de una caja para hacerte feliz.

No quiero que la ilusión se centre en abrir un regalo y que después este forme parte de los juguetes abandonados en una caja o una estantería. Cuesta un poco al principio que lo entiendan porque casi siempre relacionamos el regalo con algo tangible. Pero, cuando les haces ver que para que sirve tener tantos regalos almacenados sin utilizar.

Lo comprenden, perfectamente.

Mi hijo de 12 años está en el punto de cuestionar quién es el que le trae los regalos de verdad. Dicen que los hijos son tu reflejo y copian tus actos. Creo que en mi hija ya he plantado la semilla, y empieza a plantearse si de verdad necesita las cosas o no. La lista de sus deseos es mucho más pequeña que en años anteriores. La de mi hijo una única cosa.

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PEDIR MOMENTOS

Este año voy a predicar con el ejemplo y mi lista de regalos tiene una sola línea: un viaje donde estar juntos, no importa a donde.

A mí me encantan que me regalen cosas materiales para que nos vamos a engañar y cada año pedía una cosita. Casi siempre ropa, me encanta no lo voy a negar. Pero, no la necesito, en cambio si necesito compartir más momentos con mi familia.

El regalo de las madres va a ser lo mismo que he pedido para nosotros. Un fin de semana para estar hermanos, primos y el resto juntos. En estos momentos de mi vida no encuentro mejor presente que este.

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ENTREGA DE REGALOS

Otro año volveré a ser feliz con el par de pijamas de invierno que me regalará mi madre (ella dice que con eso no falla). ¡Tiene toda la razón!. Con sus pijamas tengo cubierta esa necesidad cada año, los de invierno en navidad y en agosto, por mi cumple los de verano que más se puede pedir.

Pero, lo más importante y como cada año el mejor regalo es estar y poder estar juntos.

Cualquier consulta que tengáis solo tenéis que contactar conmigo.

Cristina, Decoradora y organizadora de hogares&negocios.

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